sábado, 31 de marzo de 2012

Ayer estaba sentada a tu lado.

En el horizonte empezaban a desdibujarse las siluetas de los edificios. El Sol comenzaba a decaer, dejandonos un hueco privado en la oscuridad. El viento susurraba nuestros nombres. Los árboles dejaban caer sus hojas ocres alrededor nuestra, creando un circulo que amortagiguaba el lejano rumor de la ciudad. Nuestras miradas se encontraban vacías, mirando al firmamento, en el cual empezaban a adivinarse algunas estrellas. La Luna era apenas una delicada sonrisa que desde el cielo nos observaba picaronamente. Entonces me miraste. Tus ojos rebosaban luz. Eras tan parecido a un ángel... Una delicada mano me retiró el flequillo del rostro, y unos suaves labios rozaron los mios, al principio con timidez, a los pocos segundos con pasión. Eramos un solo ser... ¿Hoy? Me encuentro sola, con la única compañía de una botella de vodka medio vacía. Desde la habitación de hotel donde estoy, no se atisban las estrellas, pero ¿sabes una cosa? Dudo que sigan existiendo. Su luz se apagó cuando te fuiste.

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